martes, 31 de julio de 2012

Diálogo

- Los niños son felices porque ríen con todo su corazón. Y porque también lloran. Con todo su corazón.
- Y tú, ¿hace cuanto tiempo que no lloras?
- Desde el momento en que vi su espalda por última vez, sabiendo que sería la última.
- Entonces ¿lo has superado?
- Lo he sobrevivido.
- Y si no lo has olvidado, ¿cómo es que no sigues llorando?
- No quiero tirar nada. Por si vuelve. Cuando se fue se llevó todo de mi. Mis abrazos, mis risas, mis lágrimas. No solo no lloro. Tampoco sonrío. Ni siento. Ni nada.
- ¿Y merece la pena, vivir así?
- Merecerá la pena hasta el día en que ella muera, porque será entonces cuando ya no haya esperanza.
- ¿Y qué hacemos mientras tanto?
- Esperar. Y quererla. Quererla con todo mi corazón. Como los niños. Alguien me dijo una vez que si eres querido, aunque no lo sepas, aunque no puedas verlo ni te lo demuestren, no te sientes desdichado. No se quiere más a alguien por estar con él. Ella se merece que la quiera, hoy, mañana y siempre. Aunque otros la quieran. Mi amor no estará de más.
- ¿Y por qué no le dices lo que sientes?
- Porque esa duda, es lo que me mantiene vivo...


Cristina González

lunes, 23 de julio de 2012

Algo que he leido en algun sitio, pero no sé a quien pertenece. Cargado de verdad. Es algo que nos pasa a la mayoria de mortales, aunque para unos pocos "suertudos" el primero y el segundo sean la misma persona.

" Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores;
uno con el que te casas o vives para siempre,
puede que el padre o la madre de tus hijos...
 Esa persona con la que consigues la compenetración máxima
 para estar el resto de tu vida junto a ella...

Y dicen que hay un segundo gran amor,
 una persona que perderéis siempre.
 Alguien con quien naciste conectado,
 tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón
 y os impedirán,siempre, alcanzar un final feliz.

Hasta que cierto día dejareis de intentarlo…
 Os rendiréis y buscaréis a esa otra persona que acabaréis encontrando.
 Pero os aseguro que no pasaréis una sola noche,
 sin necesitar otro beso suyo, o tan siquiera discutir una vez más...

Todos sabéis de qué estoy hablando, porque mientras estabais leyendo esto,
 os ha venido su nombre a la cabeza.
 Os librareis de él o de ella, dejareis de sufrir,
 conseguiréis encontrar la paz (le sustituiréis por la calma),
 pero os aseguro que no pasará un día
 en que deseéis que estuviera aquí para perturbaros.
 Porque,a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas,que haciendo el amor con alguien a quien aprecias."

jueves, 21 de junio de 2012

Corazones en metálico

Si las cosas por las que vives son cosas; date por muerto... las cosas se rompen, se pierden, te las quitan... Las personas, no somos cosas. Estamos más tristes desde que lo que somos es más tangible que abstracto. La imagen superando al intelecto...
Por ello es que hace tiempo que he dejado de contar los números del banco, ahora cuento los de la felicidad... a la venta mis acciones al alza. ¿Alguien quiere alguna?


Cristina González

martes, 24 de abril de 2012

Los genios se suicidan, así es el juego. Porque son los únicos con la habilidad suficiente para conocer el secreto de la vida, y una vez encontrado, ya no tiene sentido seguir jugando la partida.

domingo, 15 de enero de 2012

De cajones...

Es terrible darse cuenta de que el tiempo no destroza todo lo que tuvimos, ni la distancia, ni siquiera nosotros mismos.
Ser adulto, hacerse cínico, sobrellevarse. Son gajes de sentir, de herirse, de remendarse.


¿Qué se hace cuando el daño colateral es más doloroso que la pérdida del objetivo que lo creó? Levantarse... pero no os equivoquéis, una vez de pie no se termina, vuelve a sonar esa canción, a aparecer ese lugar, a dar las diez y vuelta a empezar. Una vez escojes levantarte seguirás haciéndolo, todos los días. Y es duro, no todos los días tienes las mismas fuerzas, los mismos pensamientos.


Tu cajón está intacto, en mi recuerdo, enhorabuena.
Y la esperanza llega de la mano con la conciencia de que en algunos muebles, hay más de un cajón.


 Cristina González