Lleva implícita la apreciación peyorativa
me pregunto por qué
cuando mis obsesiones me definen.
Personas que pasan de largo en mi campo de visión
o sus cualidades me encandilan
soy extremista, otra palabra que encierra una mala reputación.
Capacitada me hicieron para trabajos rutinarios,
sí, también soy diligente
no todo iba a ser malo
pero no lo pondría en mi expediente
no es algo que me caracterice solo a mí
es un rasgo común, por tanto a mis ojos más despreciable.
Obsesionada a diario,
con la música me empapo, con artistas,
los descubro y los estudio, buscando más allá de lo publicado
rincones que me den un poco de sombra en esta vida tan desierta.
También obsesionada en el amor,
si no lo consigue será otras cosas, deseo, cariño, complicidad… pero no amor.
Amor es obsesión por recortar nuestra distancia,
por agotar el aire que nos sostiene,
por paliar las necesidades de no más persona que ésta,
por caer rendidos juntos con cualquier pretexto.
¿Quién es el juez que condenó la obsesión?
Si no la defendió ningún letrado
hay condenas que es mejor cumplir, cuando los precios de evitarlas son tan altos.
No quiero indiferencia a su cambio, ni resignación en lo importante
quiero pasión… obsesión es no dormir en varios días por un fin…
es no parar hasta conseguir en la práctica la teoría que contempla mi cabeza.
Es apagar la luz y no acallar el runrún… sino escucharlo, encenderla y satisfacerlo, aunque al día siguiente se madrugue, aunque despiertes al entorno,
aunque no sea el momento…
La Obsesión es atemporal, no entiende de inoportunidad ni horarios… y me gusta así… obsesión por escribir, por vomitar, para luego poder dormir con tranquilidad interior.
La obsesión me define, es lo que soy, la defiendo y la absuelvo de toda definición que no sea esta….
Cristina González