jueves, 24 de marzo de 2011

Entorno y retorno

No estaba cerca de la muerte y me sentía más dañada que nunca, más herida y rota…  como va a estar deprimida una niña lista sana y linda como tú… y era verdad, como podia estar deprimida una niña que lo tenía todo… esas son las peores depresiones, las de “nada de lo que tenga o consiga me quitara esta sensación de indiferencia”… aquel que enfermó lucha por su recuperación, es su meta, aquel que pasa un bache económico busca medios para solventarlo… aquel que perdió un gran amor busca otro… aquel que tiene un problema sabe como solucionarlo… ¿Qué les queda por buscar a aquellos cuyos corazones son irremplazables? aquellos que una mañana se levantan y están hartos de la sociedad tal y como ha sido concebida… qué lograr, qué ganar, si te perdiste a ti por el camino…. He andado tanto que no recuerdo el punto en el cual me perdí…  quién me quito mi sueño, quién mis anhelos y esperanzas… escondí tan bien la llave que ahora no recuerdo donde la guardé… quién me ayuda a abrir la caja de desgracias, donde además de esconderlas a ellas guardé un poquito de ilusión…


Salir afuera, conocer gente… ¿Para qué? si el 99% de la gente es simple, superficial, o idiota…  En qué momento la gente perdió su toque, quién les hizo tanto daño para convertirlos en árboles, en rocas, en mera ambientación… ¿Dónde se encuentran los personajes de este cuento? mi cuento…  Me encuentro en mis 18m2 de espacio, mi cama es mi diván donde autoanalizo mi cabeza,  es un recibidor del llanto y de pensamientos lúcidos que se desvanecen cuando me duermo, en este espacio también habitan libros, y esta maquina moldeadora de sentimientos, a veces estoy confundida y tecleando, esta pantalla muestra físicamente lo que siento… y es cuando reacciono. Tengo los acordes de una guitarra siempre dulce y la banda sonora que elegí para mi vida a mi disposición… ¿Para qué salir cuando lo de afuera no me gratifica tanto como enriquecerme aquí? Deberíamos todos hacer lo mismo, clausura, crecer como personas, pensar y sopesar, leer y aprender y una vez conozcamos quienes somos y no quienes quisieramos ser, salir… ¿Por qué hacen falta 18 años para conseguir un carnet y no hacemos un examen para ver si estamos preparados para relacionarnos con las personas? Muchas de ellas deberian ser consideradas en prácticas para alertar al resto y otras llevar una "L"  para que las tratásemos con más prudencia. Yo me saqué el carnet, quizá sin estar preparada, choqué alguna vez, corrí muy rápido, pero sobria y con cinturón de seguridad y me quitaron los puntos, regalados para algunos, y que a mí me costaron mucho conseguir... No tengo ganas de volver a estudiar, ni de hacer prácticas, prefiero no circular entre tanto gilipoyas…



Cristina González

domingo, 20 de marzo de 2011

Deshaciendo (me)

Ya has sufrido lo suficiente, y luchado contra ti mismo, ya es momento de que tú ganes.



El momento en que uno decide volver a ser uno y dejar de ser dos, es duro. Pero puedes aferrarte a esa decisión sosteniéndote con las causas que la provocan. Cuando uno deja de ser dos porque el otro se va, es diferente. Te quedan las preguntas, las dudas, lo que nunca hareis, lo que no pudiste decirle. Siembras una resignación a base de agarrar fuertemente los momentos de daño, te bates en un duelo buscando esos defectos que todos tenemos, y que como llegaste a aceptar ya no puedes verlos... y te odias por ello. 
Es una apuesta. Yo lo puse todo al rojo. Cuando decides querer con todas las consecuencias, amando hasta el último detalle de su ser, es el riesgo que corres. Te hace separar los pies de la tierra, te regala intensidad a cada momento y se agudiza tu tacto a su roce; a cambio te hace desdichado a su pérdida. Y no solo por la insatisfacción de ser incapaz de hacerle feliz, sino porque no guardaste en ninguna casilla un gatillo que al apretar acabase con todo. Debí ser más perspicaz y reservarme tan solo uno, un defecto que lo hiciera insoportable, que se quedara bajo la superficie, latiendo, y del que pudiera estirar cuando necesitase un escape. No lo hice. Sigue sorprendiéndome las cosas que aprendes a base de equivocarte. Sigue sorprendiéndome las cosas que aún me quedan por aprender.
Estoy haciendo una lista de cosas que no repetiré. Ya sabes que tengo mal perder porque soy competitiva, así que hasta que no aprenda a hacerlo mejor (nota: apuntarme a un curso de aprendizaje)  seguiré retirada del juego. Y ahora si me lo permites me quedo con nuestros momentos, seguiré meciendo palabras, mientras los abrazo y me duermo, quizá en esos sueños... aún te encuentres conmigo.




Cristina González

martes, 15 de marzo de 2011

El número 5

El siempre cogía el 5, y bajaba en la plaza San Agustín. Solía llegar tarde y dando un salto decía: perdona, mañana llegaré antes, con esa tímida sonrisa, pero el conductor ni se inmutaba...no entendía como podía no hacerlo...aunque comprendía porque siempre lo esperaba...llegaba con una mochila que por su forma debía ir cargada de libros. Siempre llevaba uno en la mano, siempre leía uno que me rondaba por la cabeza o me estaba leyendo yo. Solía estar medio vacío el autobús, aunque cuando el entraba lo sentía inmensamente lleno... a veces si tenía suerte elegía el asiento contiguo al mio, y me dejaba intuir la música que escuchaba tras esos grandes cascos...un día escuchaba algo de soul,  ayer sonaba rise against, y hoy trae a DePedro... a veces pinta en un cuaderno dibujos melancólicos enlazados con oscuridad y una pizca de magia, quizá sea un poeta como yo, o un pintor, un artista...yo no dejaba nada al azar y siempre escogía el asiento que daba a los jardines de viveros, ya que al pasar por allí, el siempre giraba su mirada para contemplarlos y así yo podía contemplarlo a él bajo mis gafas...me pregunto si sabrá que lo observo. He memorizado su rostro y si supiera modelar lo haría a la perfección, tiene unas facciones marcadas como los dioses griegos y una dentadura perfecta, cuando es invierno sus mejillas se enrojecen del frío y a veces las esconde tras una bufanda azul y cuando se la quita puedo ver esa mancha de nacimiento que tiene forma de guitarra, a lo mejor a su madre se le antojó tener un músico. Usa alguna colonia de hugo boss, y cuando se va ha invadido todo el autobús. Hemos hablado tres veces, una de ellas me preguntó la hora, la segunda me dijo si ese libro que ocupaba su asiento era mio, al decirle que sí saco el mismo de la mochila y rió tienes buen gusto , no lo sabes tú bien le conteste, y sonrió tímidamente. La tercera sucedió tras una conversación con una amiga, al colgar me dijo, ¿vas a ir al concierto? Vaya, llevo meses detrás de las entradas...debí invitarlo tras rogar a mi amiga que me cediera la suya, pero no lo hice... quizá porque llevo así casi dos años y si cambio esta rutina puede que la eche de menos, tener ganas todos los días de coger el autobús e idealizar a ese chico desconocido, ir averiguando cosas y que me sorprenda...esa es una chispa que aún no he decidido si estoy dispuesta a perder a base del conocimiento total, del día a día y su realidad...


Cristina González

domingo, 6 de marzo de 2011

Contigo

He perdido la cabeza, loca y absurdamente. No voy a cuestionarlo, asumo que es así y punto... En vez de eso voy a disfrutarlo... sin miedos, e intentar que lo haga él también... Conseguir que lo dificil funcione a veces es desesperante, pero todos sabemos lo que puede llegar a significar si se logra. 

Mañana tengo que entregar un trabajo, muchos números, ratios y ecuaciones que encajan, siempre he entendido los números, siempre se me han dado muy bien, pero algo le pasa a mi cabeza hoy... solo puedo pensar que 1+1=1, y que los signos inversos no tienen porqué dar negativo. Hoy solo puedo pensar en cielos vainilla... en cielos color vainilla, contigo.
 
Cristina González

miércoles, 2 de marzo de 2011

Añoro

¿Qué es lo que más añoro del amor?¿De ti? Los largos besos en las tardes de verano... estar hablando de cualquier cosa y saber que no me escuchas mientras me apartas el pelo de la cara con esa sonrisa... si, lo se... hablo mucho de cualquier cosa... y lejos de desesperarte ahí estas con esa mirada enamorada... y ríes... y yo te digo... "No me estás escuchando, ¿en que piensas?" " En que hoy estás preciosa..." y consigues callarme...
Añoro estar de pie en cualquier lado y que intentes besarme con algún pretexto, esos besos a distinta altura en los que me obligas a ponerme de puntillas y tú agachas la cabeza para alcanzarme... adoro los besos inconscientes, los besos entre risas, o cuando te enfadabas y me tocaba sacarte el lado tierno... Adoro las diferencias de carácter, que yo corra a todas partes y me sujetes de la mano para que saboree ese instante. La calma con la que haces cualquier cosa, incluso cuando intentas seguir mi ritmo y no puedes...
También echo de menos tu ausencia, esa ausencia de ti estando contigo... estar juntos cada uno a su tarea pero esa compañía de confianza en la que puedes estar sin decir nada... con todo dicho.
Echo de menos esos ojos que saben cuando mirar, los brazos que saben cuando abrazar, los labios que saben cuando besar... Ese alguien para quien eres familiar, descifrable, transparente... cuantas veces intente alguna mentirijilla y me pillaste... no habían secretos, no podían haberlos.. nos daba la risa cuando el otro decía.. "no sigas, te he pillado"... era imposible esconder los regalos de navidad... era imposible esconder alguna emoción... He hecho una macedonia de recuerdos, de ti y de mi, y está todo muy mezclado... no se que parte te quedas tú, y que parte yo... no recuerdo donde empezaba yo y donde acabó el nosotros...
Añoro añorarte, como antes y no de esta manera adulta y amistosa... me gustaría que el amor fuera una constante invariable, pero no lo es... Por añorar se que tú también me añoras, aunque compartas la cama con otras. Aunque las cosas sean más fáciles. El vinculo no termina cuando lo hace la relación. ahora nos une un vinculo más fuerte, la nostalgia, el amor por lo vivido, el temprano conocimiento del amor verdadero...

Cristina González