lunes, 31 de octubre de 2011

Adicciones


No tengo muchos vicios.
No estoy enganchada al crack, al LSD, ni a los porros.
Puedo vivir sin dulces, y pasar tiempo sin alcohol.
Ni siquiera pruebo el tabaco.
Sin embargo, soy adicta a ti.
Y no debo...
Es por ello que bebo más
que hago pasteles...
que deseo fumar.
Los vicios no son tan malos cuando son elegidos.
Ojalá estuviera en mi mano decidir de quien me voy a colgar.
De alguien cuyos besos no sean nocivos ni tóxicos
como los tuyos en estos momentos.
Hay personas que deberían venir con fotos y frases desastrosas,
como las cajetillas de tabaco.
Y no tener que descubrirlas cuando ya te han diagnosticado el cáncer.
No sé si serás operable.
Ni siquiera si sobreviviré.
Solo estoy segura de que dejarás secuelas.
Pero aún estoy por diagnosticar.

Cristina González

domingo, 23 de octubre de 2011

El edificio


Asomándose por la arboleda impetuoso se halla. Mis primeros pasos de curiosidad entre bicis y carreras lo tuvieron de escenario. Esconde besos furtivos adolescentes, primeras veces y pactos eternos. Esconde secretos contados y secretos muertos y olvidados.
Tiene más de veinte años a sus espaldas, y cuanto más tiempo pasa, más joven se encuentra. Se alimenta de vivencias, de pinturas imborrables, de melodías en la noche. Está muy flaco, su aspecto gris, frágil y desnudo son la pincelada de color en este enclave, un sitio lleno de estelas preciosas, de tonalidades vivas, y cielos desnudos. Hace que todo brille y tome fuerza, sin él, sería solo un sitio más.
Recuerdo estar sentada mirando las luces de la ciudad lejanas y esa primera sensación de melancolía, de pertenecer a algo material hasta crearle entrañas. Es el edificio.
Es un esqueleto que se mantiene en pie fuera de todo entendimiento, y como todo lo incomprendido seguro que cuando lo descubran arremeterán contra él. Se ve feo y cochambroso y ocupa un valorado terreno, tiene una verja a su alrededor, pero como si fuera recíproco siempre nos dejó pasar a su interior como nosotros al nuestro, abriendo un hueco en su reja.
El otro día me detuve a contemplarlo... llevaba años sin pensar en él. Es lo bonito del mismo, puedes ignorarlo, pero sigue allí... como si esperase a que algún día salgas con tu mochila de expedición a contarle todo lo que has vivido estos años. Es una de las cosas que no me gusta de crecer, perder las buenas costumbres.

Si, tengo miedo a que desaparezca, no me importan los cambios porque conservo los recuerdos, pero las sensaciones solo vuelven cuando lo observo, cuando paso frente a él, cuando subo y veo lo mucho que ha cambiado todo desde arriba. Espero que nunca te destruyan, prefiero que caigas cuando estés cansado y puedas yacer donde fuiste creado, igual que yació nuestra infancia cuando fuimos creando los primeros recuerdos y cerrábamos los ojos soñando en las personas que hoy seríamos. Si pudieras ver cuanto he crecido, las promesas que he cumplido, los secretos que he guardado, estarías orgulloso de mí.
Eres parte de nosotros. Nosotros, solo parte de tu historia.

Cristina González

jueves, 13 de octubre de 2011

Equilibrio térmico


Cuando las voces estan frías, las manos gélidas, las miradas heladas, es porque el corazón está caliente, busca regular esa temperatura, funciona como un termostato, es automático... Cuanto más arde, más frío necesita... es por ello que hoy comienza el invierno. El invierno de los corazones rotos.


Cristina González

domingo, 9 de octubre de 2011

Neruda

Quiero llorar escritura, los dedos no son tan sabios como las lágrimas. Ojalá yo fuera un libro y alguien pudiera leerme, creo que la literatura se pierde mucho, se está quedando desfasada, debería mecanizarse, obtener nuevas técnicas extractivas de sentimientos. ¿Por qué nadie ha creado un embudo, unas jeringas, un aspirador de emociones? la tecnología se ceba con todo lo físico, con modernizar los utensilios para desempeñar la escritura, poseemos máquinas cada vez más veloces, cómodas para plasmar lo pulsado, lo acabado. Pero hay que innovar en lo que se pierde, la transformación, el conducto entre el sentimiento y la mano, el mercado que lo hace entre el cerebro y el papel ya está en la fase de madurez. El mundo podría perderse cientos de poemas de amor y otras tantas canciones desesperadas, por falta de innovación no así de talento.


Cristina González

domingo, 2 de octubre de 2011

Oficios de vocación

Todos en algún momento de nuestra vida nos preguntamos a qué nos queremos dedicar, qué nos hace feliz. Yo pensaba que eso se iba macerando con el tiempo, pero no. Hoy como si de un avistamiento se tratara me he dado cuenta, simplemente lo he sabido... me quiero dedicar a ti.


Y ese ti, eres tú, la escritura.

Cristina González